Las licencias de actividad son permisos administrativos totalmente esenciales para aquellos que quieren ejercer una actividad económica en un establecimiento abierto al público. Aunque se puede llegar a confundir licencia de actividad con licencia de apertura, lo cierto es que son dos habilitaciones administrativas diferentes. Lo que ocurre es que, en la mayoría de los casos, son necesarias ambas.
La licencia es una resolución administrativa que indica que un local, una oficina o una nave son aptas para que se desarrolle en ellas una determinada actividad económica. El permiso de actividad acredita que un establecimiento cumple los requisitos legales y de acondicionamiento para poder desarrollar en él una determinada actividad.
Por ejemplo, quien desea convertir un local en un restaurante no podrá obtener la licencia de actividad si, previamente, no ha realizado adaptaciones en el mismo para amoldarlo a la actividad de restauración, como instalar un sistema de evacuación de humos y dotarlo de una cocina profesional.
Las licencias de actividad para actividades inocuas son aquellas que desarrollan empresas o profesionales que no causan daños ni molestias en su entorno, no afectan a ningún colectivo y tampoco al medio ambiente. Por ejemplo, una pequeña tienda de comestibles.
En algunos casos, la licencia de actividad inocua ha sido sustituida por una declaración responsable. Esto es posible cuando la actividad se lleve a cabo en un local de dimensiones que no superen los 300 metros cuadrados y no suponga un problema para la salud pública, el medio ambiente o la seguridad.
La licencia de actividad para actividades calificadas es la necesaria para negocios que pueden llegar a resultar molestos en su entorno o que desarrollan actividades nocivas. Por ejemplo, una discoteca o una fábrica de pesticidas.